Para muchos es difícil imaginarse, vivir y sostenerse de un trabajo que tenga referencia con la muerte, porque simplemente vivimos en una sociedad miedosa, sufrimos de fobia a los muertos, cuando se muere un familiar; el desván donde pueden pasar todas las cosas paranormales, se vuelve el lugar mas apacible y cómodo y la habitación de aquella persona que ya no está, se convierte en el lugar en donde nadie entra solo porque pensamos que el alma todavía sigue allí, por esos días, normalmente en una casa con 234567 cuartos, las 20 personas que viven en la casa se quedan en 1 solo cuarto y no contentos con esto se quedan en una sola cama sin importar el calor tan colosal que puede hacer allí.
Regresando al tema que realmente me interesa, existen personas que viven de la muerte y es el caso de Miguel Rodríguez, conocido en el bajo mundo como “el mono” este señor de más o menos 50 años, de estatura promedio, bien alimentado, overol y gorra. Se dedico 15 años al arte y ciencia, dicho de una forma elegante, a realizar labores forenses en un cementerio, vinculado a una cooperativa con nombre de empresa de buses intermunicipales, Miguel cumplía la función de exhumar los cuerpos, arreglar las tumbas, enterrar también sabia algo de tanatologia, para que entiendan es lo mismo que hace el carnicero de su barrio cuando usted compra una libra de carne y le pregunta “¿mona, la quiere tasajeada?”.
En estos días, horas, segundos, milésimas Miguel Rodríguez no se encuentra trabajando debido a que se aburrió de los malos manejos y del negocio que tienen los consorcios, cementerio y funerarias, sobretodo funerarias porque David Murcia les quedo en pañales.
Las funerarias también entran dentro del negocio que se entreteje alrededor de la muerte, que pena me equivoque, Miguel Rodríguez por su trayectoria con la muerte brindando sus servicios a las familias de los difuntos y a la sociedad en general, por que no se le debe temer a los muertos si no a los vivos ah! Y a la gripa porcina.